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viernes, 18 de marzo de 2011

El sombrero rojo

De los 6 sombreros de E. de Bono, el rojo ofrece la posibilidad de expresar sentimientos, emociones e intenciones, sin necesidad de tener que explicarlos o justificarlos.

Con este sombrero se pueden expresar sentimientos de cualquier tipo. Desde sentimientos entusiastas (me encanta, me gusta), neutros, inciertos, dudosos, encontrados, de infelicidad (no me gusta), de rechazo, etc.

El sombrero rojo habilita a la persona que está hablando a decir cómo se siente en referencia a la cuestión que se está tratando (o incluso en referencia al propio trascurso de la sesión).

Puede ser de utilizad trabajar con el sombrero rojo al inicio de la sesión para poner sobre la mesa los sentimientos que existen y volver a él al final de la misma sesión para comprobar si estos se han visto modificados en el transcurso de la reunión.

Cuando a un participante se le pide que se exprese con el sombrero rojo no puede dejar de participar. Sí puede, en cambio, mostrarse indeciso, neutro, confuso, etc. Si mencionase que los sentimientos son encontrados, el facilitador de la reunión puede preguntar la composición de la mezcla de sentimientos que hace que sean encontrados.

El sombrero rojo es complementario y opuesto al blanco que comenté en al post anterior, que representa la neutralidad.

La forma de pensar tradicional apunta a que las emociones empañan el pensamiento, sin embargo cualquier decisión acertada puede ser al final emocional.

Por otra parte, las emociones dan relevancia a nuestro pensamiento, lo adaptan a nuestras necesidades y al contexto y forman una parte necesaria del funcionamiento del cerebro. Este sombrero legitima las emociones y los sentimientos como partes importantes del pensamiento.

La parte más difícil de llevar a cabo con el sombrero rojo es resistirse a la tentación de justificar una emoción expresada.

El sombrero rojo cubre dos tipos de pensamientos. Aquellos que reflejan emociones normales como el temor, el agrado o desagrado, etc. y aquellos otros que son juicios complejos como las corazonadas, la intuición, las sensaciones, el sentido estético, etc.

Cuando un pensador utiliza el sombrero rojo debe expresar sus sentimientos, emociones e intenciones y se ofrece a los sentimientos el derecho a hacerse visibles en la sesión.

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