Cuando nos planteamos que necesitamos un proceso de coaching, tanto con la ayuda de un profesional como por nosotros mismos, es porque hemos decidido que necesitamos llevar a cabo algún cambio en nuestras vidas. Ese cambio puede ser personal o profesional.
Lo importante en ese momento es determinar qué reto queremos plantearnos en ese cambio en nuestra vida.
Es posible que pensemos que tenemos múltiples facetas en las que queramos evolucionar, pero en ese caso hay que seleccionar el reto que consideremos más importante en ese momento, puesto que intentar cambiar radicalmente muchas de esas facetas puede implicar que nos estemos embarcando en un proyecto con una elevada probabilidad de abandono (por ejemplo, ¿alguien se atreve a dejar de fumar y ponerse a dieta a la vez?).
Pero ese objetivo que nos acabamos de fijar puede ir cambiando y evolucionando con el tiempo. A continuación detallo algunos ejemplos:
- Lo que ahora nos parece más importante, puede que deje de serlo más adelante. Es posible que la situación cambie y por tanto aquel reto tan importante hace algún tiempo haya dejado de serlo.
- A medida que vamos evolucionando gracias al coaching podemos ir apreciando que en realidad ese aspecto que en su momento era tan importante solo escondía o era una excusa para no enfrentarnos a otras facetas de nuestra vida que nos resultaba difícil reconocer que queríamos modificar.
- El reto que nos habíamos planteado se puede abordar desde otra perspectiva en la que nosotros tengamos un mayor poder de actuación. Este sería el caso de un reto en el que influyen muchos factores externos y que a medida que vamos avanzando en el proceso lo redefinamos actuando sobre factores internos nuestros. Por ejemplo, si no estamos contentos con nuestra relación con un compañero, jefe, colaborador, etc, podemos actuar sólo parcialmente en ese reto, mientras que si modificamos el reto hacia incrementar nuestra autoestima, nuestra confianza y nuestra propia forma de percibir las interacciones con esa persona, tendremos un mayor poder de actuación (puesto que son factores que dependen principalmente de nosotros mismos) y podemos llegar a mejorar considerablemente esa relación tal como nos habiamos propuesto.
En cualquier caso, es importante no olvidar que nuestro objetivo es seguir evolucionando y dado que nosotros mismos tenemos todas las herramientas para poder cambiar, también somos quienes decidimos cuándo y cómo fijamos nuestros objetivos.
Y para no abandonar el proceso, debemos recordar qué nos motiva y debemos también celebrar nuestros éxitos parciales, puesto que son la mejor recompensa para seguir trabajando en esa evolución que nos hemos propuesto.
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